martes, 23 de noviembre de 2010

Los flac: sus ventajas e inconvenientes


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En este post voy a presentar las ventajas e inconvenientes del formato flac, reflexionando un poco sobre cada uno de ellos para analizar su importancia relativa.

En primer lugar, y para situarnos un poco, hablaremos de qué es eso de los flac. Flac es uno de los varios formatos de audio sin pérdida disponibles en internet. A diferencia de los populares mp3, la tecnología flac codifica el sonido exactamente igual a como estaba en el CD original, ya que comprime la información de forma análoga a como lo hacen los zip o los rar (es evidente que, si un rar o un zip perdiesen información en el proceso de compresión, ninguna aplicación funcionaría correctamente después de haber sido comprimida). Efectivamente, esto puede comprobarse comparando visualmente en un editor las ondas correspondientes a los archivos wav, flac y mp3 derivados de un mismo disco original. Examinando las ondas con el zoom al máximo, veremos que no existe absolutamente ninguna diferencia entre el flac y el wav, así como que el mp3, en cambio, acusa pequeñas diferencias en la mayoría de los puntos de información, que en definitiva se traducen en ruido adicional, distorsión y, si el mp3 es de baja calidad, ausencia de frecuencias altas.



Ventajas de los flac:

1) Ofrecen una mayor calidad en un equipo de alta fidelidad. Esto constituye la mayor ventaja de los flac y, en definitiva, su propia razón de existencia. Y debo matizar este argumento. Indiscutiblemente, un flac suena mejor en un equipo de alta fidelidad que un mp3 (aunque sea a 320 kbps), ya que su bitrate es normalmente entre 900 y 1100 kbps y no elimina información desde el CD original. Pero, si lo que planeas es pasar tu música a CD y escucharla a través de un reproductor de CD portátil “medio decente” o una minicadena más o menos buena, entonces también es recomendable que la fuente sea flac, pues, en caso contrario, se notará la diferencia, sobre todo tras un rato de escuchar música. No esperes grandes diferencias; son diferencias sutiles, pero te harán decir “este álbum no tiene un sonido atractivo”, o “ya no me emociona como antes; he debido escuchar este álbum demasiadas veces”. Si desconoces el hecho de que la calidad de un mp3 es inferior, lo achacarás, probablemente, a la calidad de grabación en el estudio o a tu propio estado de ánimo. Pero debo decirte que no es así; en el estudio sonaba mejor, con un sonido más cálido, con más cuerpo, más limpio. Esto es algo que detectarás inmediatamente en dos situaciones determinadas: cuando lleves mucho tiempo (meses, por ejemplo) escuchando únicamente mp3 a diario, y cuando lleves mucho tiempo escuchando CD. En ambos casos tu oído estará “acostumbrado” a la buena o la mala calidad y la diferencia te resultará razonablemente evidente. Sucede lo mismo, de forma más clara, cuando cambiamos de televisor; por muy sutiles que sean las diferencias, las notaremos. Esto se debe a que nos guiamos más por el sentido de la vista y lo tenemos más “entrenado”. Un ciego, en cambio, notará la diferencia entre un mp3 y un flac con la misma facilidad con que nosotros la notamos entre diferentes televisores. Todo es cuestión de entrenamiento.

2) La información es continua entre pistas separadas. Este aspecto tiene poca importancia si escuchas un álbum de estudio normal, pero se vuelve crítico cuando se trata de un álbum en directo o de pistas sin pausas. El mp3 introduce una inevitable pausa entre pista y pista; una pausa de apenas unas décimas de segundo, pero suficiente para arruinar la audición. Imagínate que estás escuchando Eye in the Sky, de Alan Parsons. El primer tema (Sirius) y el segundo (Eye in the Sky), están unidos, de tal modo que parecen una sola canción. Pues bien, en ese caso, el mp3 hace que notes un corte entre ambas. Aunque grabes las pistas a CD, el corte seguirá estando ahí, pues es inherente a la propia naturaleza del mp3. Comprobarás, incluso, que parte de la información intermedia entre pista y pista se ha perdido. Es una cantidad casi insignificante, pero suficiente para hacer imposible la labor de “pegar” manualmente las pistas de audio en un editor de sonido sin que luego se note al escucharlo. En cambio, el flac dejará la información tal como venía en el CD original, es decir, sin pausas extra y sin pérdida de información intermedia.

3) Son una fuente inalterada de información musical. Si planeas modificar un tema para crear un remix, para cambiarle la ecualización o para añadirle cualquier otro tipo de efecto con un programa de edición de audio como puede ser el Sound Forge, necesitas una fuente de la mayor calidad posible, pues cada operación que realices producirá un pequeño descenso de dicha calidad. Y, en segundo lugar, y no por ello menos importante, cada alteración que realices de un mp3 pondrá en evidencia sus carencias y defectos, que dejarán de estar “ocultos” entre el resto de la información codificada. Una analogía que comprenderás fácilmente es la siguiente: imagina que tienes dos imágenes, una con 16 millones de colores y otra con sólo 256, pero con un antialias que disimula muy bien la carencia de colores. Si cargas ambas imágenes en Photoshop y empiezas a jugar con los controles de brillo, color y contraste, notarás inmediatamente la falta de colores de la segunda imagen. Volviendo al tema del audio, si la fuente es un flac, tendrás la calidad original de partida, con lo cual te aseguras que las posteriores modificaciones que realices dejarán el sonido con la mayor calidad posible dentro de tus posibilidades. Por otra parte, y si la ocasión lo requiere, en cualquier momento puedes hacer copias del flac convertidas a formato mp3, con la diferencia de que siempre tendrás la fuente original disponible. Y además, simplemente quemando los flac en un CD virgen, puedes “reconstruir” el CD original en cualquier momento. Esto no es posible desde un mp3. En el momento en que pasas un formato sin pérdida a otro con pérdida, en nuestro caso, el mp3, pierdes parte de la información de forma irreversible. Aunque vuelvas a pasar los mp3 a flac o a CD, la información seguirá perdida. Efectivamente, al pasar un mp3 a flac, el tamaño del archivo aumenta, pero esto no se debe a que haya aumentado su calidad, sino a que, simplemente, se le han añadido los propios datos del mp3 pero de forma repetida. Es como si haces una foto a 320 x 225 píxeles y la conviertes a 1600 x 1200: no aumentará su calidad; simplemente se verá más grande, pero el pixelado seguirá ahí.

4) Admite frecuencias de muestreo sin límites. Un mp3 está limitado a 44 100 Hz y 16 bits, pero un flac puede reproducir a 24 bits y a frecuencias superiores, como 48 000 Hz, 88 200 Hz, 96 000 Hz, o 192 000 Hz. Esto es muy útil si eres profesional y estas manejando pistas separadas de una misma canción, pues te garantizará que, tras las manipulaciones pertinentes, el resultado seguirá manteniendo, como mínimo, la calidad de CD. También es útil para los audiófilos empedernidos, que gustan de escuchar discos digitales grabados a frecuencias superiores.

5) Es un formato de código abierto. El propio nombre del flac (Free Lossless Audio Codec, es decir, “códec libre de audio sin pérdida”) lo dice. El código de programación de los codificadores de mp3 no puede ser modificado por cualquiera, pues tiene copyright. En cambio, los flac están registrados bajo una licencia de código abierto, lo cual permite que cualquier persona pueda aportar su granito de arena a la hora de mejorarlo. Además, y por razones obvias, es el formato sin pérdida preferido entre los internautas.


Esto han sido las ventajas. Ahora vamos con los inconvenientes.


Inconvenientes de los flac:

1) Ocupan más espacio en el disco duro. Un flac ocupa entre dos tercios y la mitad del tamaño de la pista original en CD. Es decir, tienen un tamaño promedio de entre 25 y 35 MB, y un álbum puede pesar típicamente algo más de 300 MB. Esto parecería una barbaridad hace 10 años, pero actualmente es una posibilidad más que asequible. En un disco duro de 2 TB, que puedes conseguir por unos 200 dólares con impuestos y gastos de envío incluidos, caben la friolera de... 7000 álbumes en formato flac. Podrás grabar con la mayor calidad posible toda la música que se te antoje, y seguirás teniendo espacio libre por mucho que te empeñes en llenar el disco duro. Literalmente, será como si introdujeses directamente toda tu colección de CD en el ordenador/computadora, con los consiguientes ahorro de espacio físico y aumento de la comodidad y posibilidad de manipulación que ello supone.

2) La mayoría de los dispositivos externos de mp3 no soportan todavía flac de forma nativa. Es un hecho que últimamente está cambiando poco a poco, pero el cambio aún es demasiado tímido. La Ipod, tal como viene de fábrica, no permite la reproducción de flac. Esto se puede solucionar con el proyecto RockBox (búscalo en Google), que te brinda la posibilidad de cambiar la firmware de tu Ipod (o de otros dispositivos) de forma gratuita para añadirle más características, incluyendo la reproducción de flac. Yo lo he comprobado con una Ipod clásica y te puedo asegurar que funciona al 100% sin problemas. ¡Puedes escuchar tu álbum en directo con calidad de CD y sin pausas en tu Ipod! Si lo que usas es otro dispostivo no cubierto por el proyecto RockBox, siempre te queda la posibilidad de pasar los flac a wav (ocuparán entre un tercio y el doble más de espacio), que sí reproducen la mayoría de los dispositivos. Y, si el tamaño es algo crítico para ti, como último recurso puedes pasar el flac a mp3, con las ventajas de que el mp3 será de la mayor calidad posible (convertido directamente del original) y que siempre dispondrás de una copia de seguridad con la calidad original.


Bueno, estas son las ventajas e inconvenientes. Juzga por ti mismo.



Mi conclusión:

Los mp3 han sido un formato necesario en el proceso de evolución de la tecnología. En el momento de su creación, eran imposibles formatos de mayor calidad debido a la falta de capacidad y de velocidad de proceso de los ordenadores/computadoras domésticos. La propia industria del marketing hizo el resto, haciendo creer a las masas que la calidad de un mp3 es inmejorable e inundando el mundo con dispositivos mp3, los cuales han reportado a las empresas beneficios multimillonarios. Sin embargo, la tecnología avanza inexorablemente, cada vez más rápido, y, aunque siempre guardaremos en nuestro corazón a los mp3, estos quedarán, simplemente, como sucede con todo, como un simple estandarte de una época que recordaremos con nostalgia. Actualmente existe un conflicto de intereses por parte de los fabricantes de reproductores mp3, que están volcados exclusivamente hacia esta tecnología, pero los formatos sin pérdida, y, en concreto, el flac, vienen pisando pero que muy fuerte. Tanto, que estoy seguro de que no falta mucho para que la evidencia tenga que ser reconocida a nivel mundial y podamos entonar esa famosa frase de “el rey ha muerto; viva el rey”.

Y, por supuesto, llegará el día en que los propios flac se vuelvan obsoletos; me imagino una época futura en la que guardaremos la música en un dispositivo del tamaño de una moneda, en formato sin comprimir, a 192 000 Hz y 32 bits, 30 canales de audio y en modo multipista. Pero, no adelantemos acontencimientos; disfrutemos del momento presente y de lo que éste nos brinda, pues sólo se vive una vez.

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